4 Entonces llamé al SEÑOR y le pedí ayuda. Dije: «¡SEÑOR, sálvame, te lo ruego!»
5 El SEÑOR es compasivo y justo; nuestro Dios es misericordioso.
6 El SEÑOR protege a la gente sencilla; me quedé sin fuerzas y él me salvó.
7 Alma mía, confía de nuevo en Dios, que el SEÑOR ha sido bueno contigo.
8 Dios mío, tú me salvaste de la muerte; secaste las lágrimas de mis ojos y no me dejaste caer.
9 Seguiré haciendo lo que le agrada al SEÑOR aquí en la tierra de los vivos.
10 Aunque pensaba: «Qué desgraciado soy», seguí creyendo en él.