2 Allí en los sauces de la ciudad, colgamos nuestras arpas.
3 Allí los que nos capturaron nos pedían que cantáramos. Nuestros opresores nos pedían que estuviéramos alegres, que cantáramos canciones que hablaran de Sion.
4 Pero no podíamos cantar las canciones de alabanza al SEÑOR, en un lugar extraño.
5 Jerusalén, si algún día te olvido, que se me seque la mano derecha; prometo que jamás te olvidaré.
6 Si te llegara a olvidar que mi lengua se me pegue al paladar y no pueda volver a cantar.
7 SEÑOR, castiga a los edomitas porque ellos pedían que Jerusalén fuera destruida.
8 Babilonia, tú también serás destruida. Afortunado el que te dé el castigo que mereces; recibirás el mismo sufrimiento que le causaste a Jerusalén.