1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Estás muy lejos para salvarme, muy lejos para entender mi llanto.
2 Dios mío, te he llamado una y otra vez durante el día y no has respondido. De noche sigo llamándote y tampoco me respondes.
3 Sin embargo, tú eres santo. Tú estás sentado como rey y tu trono son las alabanzas que te rinde Israel.
4 Nuestros antepasados confiaron en ti, y tú los salvaste.