1 Qué afortunados son aquellos rebeldes a quienes Dios les perdona sus pecados.
2 Qué afortunados son los que el SEÑOR considera inocentes porque no mintieron en cuanto a sus pecados.
3 Todos los días que seguía orando, sin confesar mis pecados, me debilitaba cada vez más.
4 Dios mío, tú hacías mi vida cada día más difícil. Llegué a ser como tierra que se seca en verano. Selah
5 Entonces, decidí confesarte todos mis pecados; no escondí ninguna de mis culpas. Decidí confesarte mis errores, SEÑOR, y tú perdonaste todas mis culpas. Selah