11 Mis enemigos dicen: «Él no tiene quién lo salve. Dios lo ha abandonado, ¡atrapémoslo!»
12 Dios mío, no me abandones; apresúrate y ven a salvarme.
13 Que mis enemigos sean avergonzados y destruidos; que los que quieren hacerme daño se cubran de vergüenza y humillación.
14 Pero yo siempre confiaré en ti; te alabaré cada día más.
15 Todo el día hablaré de tu justicia y salvación; aunque es algo que no alcanzo a comprender.
16 Señor DIOS, cantaré acerca de tus poderosas obras; haré que se recuerde tu justicia, solamente la tuya.
17 Dios mío, tú me has enseñado desde mi juventud y nunca he dejado de hablar de tus obras maravillosas.