1 Dios mío, gente de otras naciones ha invadido a tu pueblo. Destruyeron tu templo sagrado y dejaron a Jerusalén en ruinas.
2 Han dejado el cuerpo de tus siervos como alimento para las aves del cielo; el cuerpo de tus fieles seguidores para que lo devoren las fieras.
3 La sangre de los muertos corría como agua por toda la ciudad de Jerusalén; no hubo quien enterrara los cuerpos.
4 Ya somos un refrán para los países vecinos; los que nos rodean se burlan y se ríen de nosotros.
5 SEÑOR, ¿hasta cuándo seguirás enojado con nosotros? ¿En tú ira ardiente seguirás castigándonos para siempre?
6 Muestra toda tu ira a las naciones que no te conocen, que no adoran tu nombre.