1 Y miré, y he aquí, en el firmamento que estaba sobre la cabeza de los querubines había como una piedra de zafiro, que tenía el aspecto de un trono que apareció sobre ellos.
2 Y habló al varón vestido de lino y le dijo: Entra en medio de las ruedas, debajo de los querubines, y llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines y espárcelos sobre la ciudad. Y entró, viéndolo yo.
3 Y los querubines estaban a la mano derecha de la casa cuando este varón entró; y la nube llenaba el atrio interior.
4 Entonces la gloria de Jehová se elevó de encima del querubín hacia el umbral de la casa; y la casa se llenó de la nube, y el atrio se llenó del resplandor de la gloria de Jehová.
5 Y el estruendo de las alas de los querubines se oía hasta el atrio exterior, como la voz del Dios Omnipotente cuando habla.
6 Y aconteció que cuando mandó al varón vestido de lino, diciendo: Toma fuego de entre las ruedas, de entre los querubines, él entró y se detuvo entre las ruedas.