4 La que fue gloriosa, cuya belleza se marchita lentamente, rodeada por fértil valle, súbitamente desaparecerá; manos codiciosas la arrebatarán como a higo temprano, el que es ávidamente arrancado y devorado.
5 Entonces por fin el propio SEÑOR todopoderoso será su corona de gloria, la diadema de belleza para los que queden de su pueblo.
6 El SEÑOR dará a sus jueces anhelo de justicia y a sus soldados gran valor para que peleen hasta el último hombre defendiendo sus puertas.
7 ¡Pero hoy está gobernada por borrachos! Sus sacerdotes y profetas vacilan y se tambalean, cometiendo estupideces y errores.
8 Sus mesas están cubiertas de vómito, por todas partes hay inmundicia.
9 «¿Quién se imagina ser este Isaías», dice el pueblo, «para hablarnos de esta forma? ¿Somos acaso niños que casi no saben hablar?
10 ¡Nos dice las cosas una y otra vez, renglón por renglón, con palabras tan simples!»