1 ¡Miren, un rey justo viene acompañado de príncipes honrados!
2 Él protegerá a Israel de la tormenta y el viento, le dará refrigerio como río en el desierto, como la refrescante sombra de una potente roca en tierra calurosa y árida.
3 Entonces por fin se abrirán los ojos de Israel para ver a Dios, el pueblo escuchará la voz de su Dios.
4 Hasta los alborotadores estarán llenos de sensatez y comprensión, y los que tartamudean inseguros, hablarán con toda claridad.
5 En aquellos días no serán admirados los descreídos, los charlatanes. Los ricos estafadores no serán tenidos por hombres generosos y sobresalientes.
6 Todo el mundo sabrá con sólo verlo quién es malo, y los hipócritas no engañarán a nadie. Sus mentiras respecto a Dios y sus fraudes contra los necesitados estarán a la vista de todos.
7 Se descubrirán las triquiñuelas de los malvados, así como las mentiras con las cuales oprimían a los pobres en los tribunales.
8 Pero los buenos serán generosos con el prójimo, y Dios los bendecirá por todo lo que hacen.
9 Escúchenme, mujeres que viven en la ociosidad, escúchenme y les diré su recompensa:
10 Dentro de poco, algo más de un año, tendrán súbita preocupación, ustedes que están despreocupadas. Porque se perderá la cosecha de frutas y no se realizará la siega.
11 Tiemblen, mujeres de vida cómoda, renuncien a la despreocupación. Quítense su linda ropa, pónganse saco penitencial por su dolor.
12 Golpéense los pechos de pena por las ricas haciendas que pronto se les irán de las manos, y por las fértiles viñas de antaño.
13 Porque sus tierras se llenarán de espinos y zarzas, desaparecerán sus alegres casas y felices ciudades.
14 Deshabitados quedarán los palacios y las mansiones, y vacías las ciudades populosas. Montaraces manadas de burros y cabras pastarán en los montes donde estaban las torres de vigía.
15 Hasta que al fin desde el cielo se derrame el Espíritu sobre nosotros. Entonces volverán a producirse enormes cosechas,
16 entonces la justicia regirá en todo el país
17 y, fruto de la justicia, la paz. La quietud y la confianza reinarán para siempre.
18 Mi pueblo vivirá en seguridad y tranquilidad en su tierra.
19 Pero los asirios serán destruidos y arrasadas sus ciudades.
20 Y Dios bendecirá grandemente a su pueblo. En dondequiera que siembren se producirán abundantes cosechas, y sus rebaños y manadas pastarán en verdes prados.