5 Entonces por fin el propio SEÑOR todopoderoso será su corona de gloria, la diadema de belleza para los que queden de su pueblo.
6 El SEÑOR dará a sus jueces anhelo de justicia y a sus soldados gran valor para que peleen hasta el último hombre defendiendo sus puertas.
7 ¡Pero hoy está gobernada por borrachos! Sus sacerdotes y profetas vacilan y se tambalean, cometiendo estupideces y errores.
8 Sus mesas están cubiertas de vómito, por todas partes hay inmundicia.
9 «¿Quién se imagina ser este Isaías», dice el pueblo, «para hablarnos de esta forma? ¿Somos acaso niños que casi no saben hablar?
10 ¡Nos dice las cosas una y otra vez, renglón por renglón, con palabras tan simples!»
11 Pero no quieren escuchar, ¡el único idioma que entienden es el castigo! Por eso Dios los castigará enviando contra ellos extranjeros que hablan extraña jerga, ¡sólo así le escucharán!