22 Y destruirán todos sus ídolos de plata y todas sus imágenes de oro, y arrojarán todo como inmundicia que les repugna tocar.—¡Uf!, les dirán, ¡fuera!
23 Entonces Dios los bendecirá con lluvia en el tiempo de la siembra y con grandes cosechas y abundantes pastos para su ganado.
24 Los bueyes y los burros que aran la tierra comerán trigo cuya paja será llevada por el viento.
25 En aquel día en que Dios intervenga para destruir a sus enemigos, les dará corrientes de agua que bajarán de cada monte y collado.
26 La luna será tan brillante como el sol, y la luz de éste más esplendorosa que la de siete días claros. Así será el tiempo cuando el SEÑOR comience a sanar a su pueblo y a curarle las heridas que le causó.
27 Miren, de lejos acude el SEÑOR, ardiendo en ira, rodeado de espeso humo que sube. Tiene los labios llenos de furor y sus palabras consumen como fuego.
28 Su ira se derrama como torrente sobre todos ellos para arrasarlos. Zarandeará en las altivas naciones como si estuvieran en un tamiz; luego les pondrá una brida y las llevará al patíbulo.