3 Ya han oído el caso, hombres de Jerusalén y de Judá, sean ustedes los jueces.
4 ¿Qué más podría haber hecho yo? ¿Por qué en vez de uvas dulces mi viña me las produjo uvas agrias?
5 Derribaré las cercas y dejaré que mi viña sea pisoteada por las vacas y ovejas que en ella pastan.
6 No la podaré ni la escardaré sino dejaré que la invadan maleza y espinos. Ordenaré a las nubes que no lluevan más sobre ella.
7 Les he presentado la historia del pueblo de Dios. Mi pueblo es la viña de la que les he hablado. Israel y Judá son su agradable parcela. Dios esperaba que le produjeran cosecha de justicia, pero halló que sólo cometieron hechos sangrientos. Esperaba que actuaran con rectitud, pero a sus oídos llegaron sólo gritos de opresión.
8 Ustedes compran propiedades y las acaparan para que otros no tengan donde vivir. Edifican sus casas en medio de extensos terrenos para vivir a sus anchas en la tierra.
9 Pero el SEÑOR todopoderoso ha decretado para ustedes un espantoso destino; con mis propios oídos lo escuché:«Quedarán desiertas muchas casas hermosas, y su dueños morirán o desaparecerán».