3 Porque el SEÑOR dice: Cuando te entregué al destierro, no pedí precio a tus opresores; ahora puedo volver a tomarte sin deberles ni un céntimo.
4 Hace mucho tiempo mi pueblo emigró a Egipto y vivió allí como esclavo, y ahora, sin causa alguna, Asiria lo ha maltratado.
5 Y ahora ¿qué ocurre?, pregunta el SEÑOR. ¿Por qué vuelve mi pueblo a estar cautivo y oprimido sin causa alguna? Quienes lo gobiernan se burlan de ellos, y me insultan día tras día.
6 Pero llegará el día en que mi pueblo me conocerá. ¡Sabrá quién es el que les dice: «¡Aquí estoy para salvarlos!»
7 ¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies de quienes traen la feliz noticia de paz y salvación, la nueva de que el Dios de Israel reina!
8 Los centinelas gritan y cantan de júbilo, porque con sus propios ojos ven al SEÑOR traer de regreso a su pueblo.
9 Rompan en jubiloso cántico las ruinas de Jerusalén, porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén.