10 No mucho después de esto, el SEÑOR envió este otro mensaje al rey Acaz:
11 Acaz, pídeme una señal para demostrarte que en realidad aplastaré a tus enemigos como lo tengo dicho. Pide lo que quieras que haga en cualquier lugar del globo terraqueo.
12 Pero el rey se negó y dijo:—¡Jamás importunaré al SEÑOR con nada semejante!
13 Entonces Isaías respondió:—Oh casa de David, no te basta con agotarme la paciencia, ¡tienes que agotársela también a Dios!
14 Bueno, el Señor mismo elegirá la señal: ¡Una joven dará a luz un niño! y ella le pondrá por nombre Emmanuel (que significa «Dios está con nosotros»).
15-16 Para cuando este niño sea destetado y pueda distinguir entre el bien y el mal, los dos reyes a quienes tanto temes —los reyes de Israel y Siria— habrán muerto.
17 «Pero más adelante el SEÑOR mandará terrible maldición sobre ti, tu nación y tu familia. Habrá tanto terror como nunca se vio desde la división del imperio de Salomón en los reinos de Israel y Judá. ¡El poderoso rey de Asiria vendrá con su gran ejército!»