3 El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor, pero Israel no conoce; mi pueblo no entiende.
4 ¡Oh nación pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malhechores, hijos depravados! Dejaron a Jehová, despreciaron al Santo de Israel, se volvieron atrás.
5 ¿Por qué habéis de ser golpeados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón está desfallecido.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino heridas, y moretones y llagas recientes; no están curadas, ni vendadas ni suavizadas con aceite.
7 Vuestra tierra está desolada, vuestras ciudades quemadas con fuego, vuestra tierra delante de vosotros devorada por extranjeros y desolada como derrocada por extraños.
8 Y queda la hija de Sión como enramada en viña, como choza en melonar, como ciudad sitiada.
9 Si Jehová de los ejércitos no nos hubiera dejado un resto pequeño, seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra.