2 Y envió a Eliaquim, el mayordomo, y a Sebna, el escriba, y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, a ver al profeta Isaías hijo de Amoz.
3 Y ellos le dijeron: Así ha dicho Ezequías: Este día es día de angustia, y de reprensión y de blasfemia, porque los hijos están a punto de nacer y no hay fuerzas para dar a luz.
4 Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras del Rabsaces, al cual el rey de Asiria, su señor, ha enviado para injuriar al Dios viviente, y lo reprenderá por las palabras que oyó Jehová tu Dios; por tanto, eleva oración por el remanente que aún queda.
5 Y vinieron los siervos de Ezequías a Isaías.
6 Y les dijo Isaías: Diréis así a vuestro señor: Así ha dicho Jehová: No temas por las palabras que has oído, con las cuales me han blasfemado los siervos del rey de Asiria.
7 He aquí que yo pondré en él un espíritu, y oirá un rumor y volverá a su tierra; y haré que en su propia tierra perezca a filo de espada.
8 Y el Rabsaces volvió y halló al rey de Asiria que combatía contra Libna, porque ya había oído que se había apartado de Laquis.