11 ¿Y de quién te asustaste y temiste, que has mentido, y no te has acordado de mí ni lo pusiste en tu corazón? ¿No he guardado silencio desde tiempos antiguos, y nunca me has temido?
12 Yo publicaré tu justicia y tus obras, porque no te aprovecharán.
13 Cuando clames, que te libre tu colección de ídolos; pero a todos ellos se los llevará el viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí espera tendrá la tierra por heredad y poseerá mi santo monte.
14 Y dirá: Allanad, allanad; preparad el camino; quitad los tropiezos del camino de mi pueblo.
15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en la eternidad y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y también con el quebrantado y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los quebrantados.
16 Porque no contenderé para siempre ni por siempre me he de enojar; pues decaerían ante mí el espíritu y las almas que yo he creado.
17 A causa de la iniquidad de su codicia me enojé y le herí; escondí mi rostro y me indigné; y él, rebelde, se desvió por el camino de su corazón.