1 ¡Oh si rasgases los cielos y descendieras, y ante tu presencia se derritieran los montes,
2 como el fuego enciende la zarza, el fuego que hace hervir el agua, para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos y las naciones temblasen ante tu presencia!
3 Cuando descendiste, haciendo cosas terribles que nunca esperábamos, se derritieron los montes delante de ti.
4 Y desde la antigüedad nunca oyeron, ni oídos percibieron ni ojo había visto, oh Dios, fuera de ti, quien actuase en favor de aquel que en él espera.
5 Saliste al encuentro del que con alegría practicaba la justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos y hemos continuado en los pecados largamente, ¿y seremos salvos?