29 Si me he alegrado con la ruina del que me aborrecía y me he regocijado cuando le halló el mal
30 (aun cuando no he entregado al pecado mi boca, pidiendo maldición para su alma),
31 si los hombres de mi tienda no decían: ¿Quién hallará a alguno que no se haya saciado con su carne?
32 (el extranjero no pasaba fuera la noche, pues mis puertas abría al caminante);
33 si como Adán he encubierto mis transgresiones, escondiendo en mi seno mi iniquidad,
34 porque temía a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me aterrorizaba, y callé y no salí de mi puerta.
35 ¡Quién me diera quien me oyese! He aquí, mi marca. ¡Que el Omnipotente me responda, y que mi adversario me haga un escrito!