Salmos 102 RVR1909

1 Jehová, oye mi oración y llegue a ti mi clamor.

2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído. El día en que te invoque, apresúrate a responderme,

3 porque mis días se han consumido como humo, y mis huesos cual tizón están quemados.

4 Mi corazón está herido y seco como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi pan.

5 Por la voz de mi gemido, mis huesos se han pegado a mi carne.

6 Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades.

7 Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.

8 Todo el día me afrentan mis enemigos; los que me escarnecen se han conjurado contra mí.

9 Porque he comido cenizas a manera de pan, y mi bebida con llanto he mezclado,

10 a causa de tu enojo y de tu ira, pues me has alzado y me has arrojado.

11 Mis días son como sombra que se va, y me he secado como la hierba.

12 Mas tú, oh Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación.

13 Tú te levantarás y tendrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener misericordia de ella, porque el plazo ha llegado.

14 Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión.

15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, y todos los reyes de la tierra, tu gloria,

16 por cuanto Jehová habrá edificado Sión, y en su gloria será visto.

17 Habrá considerado la oración de los menesterosos, y no habrá desechado el ruego de ellos.

18 Se escribirá esto para la generación venidera, y el pueblo que será creado alabará a Jah.

19 Porque miró desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra,

20 para oír el gemido de los presos, para liberar a los sentenciados a muerte,

21 para que se declare en Sión el nombre de Jehová, y su alabanza en Jerusalén,

22 cuando los pueblos y los reinos se congreguen en uno para servir a Jehová.

23 Él debilitó mis fuerzas en el camino; acortó mis días.

24 Dije: Dios mío, no me lleves en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años.

25 Tú fundaste la tierra en tiempos antiguos, y los cielos son obra de tus manos.

26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como un vestido se envejecerán; como ropa de vestir los mudarás, y serán mudados.

27 Pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.

28 Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de ti.