Salmos 78 RVR1909

1 Dad oídos, pueblo mío, a mi ley; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

2 Abriré mi boca en parábolas; hablaré cosas reservadas desde la antigüedad,

3 las cuales hemos oído y entendido, y que nuestros padres nos contaron.

4 No las encubriremos a sus hijos; contaremos a la generación venidera las alabanzas de Jehová, y su poder y las maravillas que hizo.

5 Él estableció testimonio en Jacob, y puso ley en Israel, la cual mandó a nuestros padres que la hiciesen saber a sus hijos,

6 para que lo sepa la generación venidera, los hijos que nazcan; y los que se levanten lo cuenten a sus hijos,

7 a fin de que pongan en Dios su confianza y no se olviden de las obras de Dios, sino que guarden sus mandamientos;

8 y no sean como sus padres, generación contumaz y rebelde, generación que no dispuso su corazón, ni cuyo espíritu fue fiel para con Dios.

9 Los hijos de Efraín armados, flecheros, volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el convenio de Dios y rehusaron andar en su ley;

11 y se olvidaron de sus obras y de las maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar; contuvo las aguas como en un montón.

14 Y los guió de día con la nube, y toda la noche con resplandor de fuego.

15 Hendió las peñas en el desierto, y les dio a beber como de grandes profundidades,

16 pues sacó de la peña corrientes e hizo descender aguas como ríos.

17 Pero aún así siguieron pecando más contra él, rebelándose contra el Altísimo en el desierto,

18 pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo comida a su antojo.

19 Y hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios poner mesa en el desierto?

20 He aquí, ha herido la peña, y brotaron aguas y torrentes se desbordaron. ¿Podrá él también dar pan? ¿Proveerá de carne a su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová y se indignó; fuego se encendió contra Jacob y el furor subió también contra Israel,

22 por cuanto no habían creído a Dios ni habían confiado en su salvación.

23 Aún así, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos,

24 e hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio trigo de los cielos.

25 Pan de ángeles comió el hombre; les envió comida hasta saciarlos.

26 Hizo soplar el viento solano en el cielo, y trajo con su poder el viento del sur,

27 e hizo llover sobre ellos carne como polvo, y aladas aves como arena del mar.

28 Y las hizo caer en medio de su campamento, alrededor de sus tiendas.

29 Y comieron hasta saciarse; les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su antojo; aún estaba la comida en su boca,

31 cuando vino sobre ellos el furor de Dios, e hizo morir a los más robustos de ellos y derribó a los escogidos de Israel.

32 Con todo esto, pecaron aún y no creyeron en sus maravillas.

33 Por tanto, consumió en vanidad sus días y sus años en tribulación.

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios y se volvían solícitos en su busca.

35 Y se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su redentor.

36 Mas le lisonjeaban con su boca, y con su lengua le mentían,

37 pues sus corazones no eran rectos con él, ni permanecieron firmes en su convenio.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad y no los destruía; y muchas veces apartó su ira y no despertó todo su enojo.

39 Y se acordó de que eran carne, soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto y lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían y tentaban a Dios, y afligían al Santo de Israel.

42 No se acordaban de su mano, del día en que los redimió del adversario,

43 cuando puso en Egipto sus señales, y sus maravillas en el campo de Zoán.

44 Y convirtió sus ríos en sangre, también sus corrientes, para que no bebiesen.

45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían.

46 Dio también al saltamontes sus cosechas, y sus labores a la langosta.

47 Sus viñas destruyó con granizo, y sus higuerales con escarcha;

48 y entregó al granizo sus ganados, y a los rayos sus rebaños.

49 Envió sobre ellos el ardor de su enojo, ira, e indignación y angustia, una hueste de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor; no eximió la vida de ellos de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga.

51 E hizo morir a todo primogénito en Egipto, las primicias del vigor en las tiendas de Cam.

52 Pero hizo salir a su pueblo como a ovejas, y los llevó por el desierto como a un rebaño.

53 Y los guió con seguridad, y no tuvieron miedo; y el mar cubrió a sus enemigos.

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa, a este monte que ganó su mano derecha.

55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos, y les repartió a cordel la heredad, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.

56 Mas tentaron al Dios Altísimo y se rebelaron contra él y no guardaron sus testimonios,

57 sino que se volvieron atrás y se rebelaron como sus padres. Se torcieron como un arco engañoso.

58 Y le enojaron con sus lugares altos, y le provocaron a celo con sus imágenes talladas.

59 Lo oyó Dios, y se enojó, y en gran manera rechazó a Israel.

60 Abandonó, por tanto, el tabernáculo de Silo, la tienda en que habitó entre los hombres;

61 y entregó a cautividad su poderío; y su gloria, en manos del enemigo.

62 Entregó también su pueblo a la espada, y se enfureció contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes, y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme, como un valiente que grita excitado por el vino,

66 e hirió a sus enemigos por la espalda; los puso en perpetua afrenta.

67 Y desechó el tabernáculo de José, y no escogió a la tribu de Efraín,

68 sino que escogió a la tribu de Judá, el monte Sión, al cual amó.

69 Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que fundó para siempre.

70 Y eligió a David su siervo, y lo tomó de los rediles de las ovejas.

71 Lo trajo de cuidar las ovejas que amamantaban, para que apacentase a Jacob su pueblo y a Israel su heredad.

72 Y los apacentó según la integridad de su corazón, y los guió con la pericia de sus manos.