11 Rescátame y sálvame de manos de los hijos de extranjeros, cuya boca habla vanidad y cuya diestra es diestra de mentira.
12 Sean nuestros hijos como plantas crecidas en su juventud, nuestras hijas como columnas de esquinas labradas a manera de las de un palacio.
13 Estén nuestros graneros llenos, provistos de toda clase de grano; multiplíquense nuestros rebaños por millares y decenas de millares en nuestros campos;
14 estén nuestros bueyes fuertes para el trabajo; no se abran brechas ni haya salidas, ni haya gritos en nuestras plazas.
15 Bienaventurado el pueblo que tiene esto; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová.