8 Sea llena mi boca de tu alabanza, de tu gloria todo el día.
9 No me deseches en el tiempo de la vejez; cuando mis fuerzas se acaben, no me desampares.
10 Porque mis enemigos hablan contra mí, y los que acechan mi alma se consultan entre sí,
11 diciendo: Dios lo ha desamparado; perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre.
12 Oh Dios, no te alejes de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro.
13 Sean avergonzados y perezcan los adversarios de mi alma; sean cubiertos de afrenta y de ignominia los que mi mal buscan.
14 Mas yo continuamente esperaré y te alabaré más y más.